Sweet Home Tecnocasa. Presentándome a la familia.


Aquella mañana de septiembre, se juntaban varias sensaciones nuevas antes de llegar al que sería mi nuevo lugar de trabajo durante más de un año, (cosa que hoy no imagino como duré tanto), iba a trabajar de traje (siempre dije que no tiene sentido) el cual me había regalado mi madre y que me exigían, era mi primer trabajo “oficial”, cambiaba de ciudad y de provincia, me iba a enfrentar al mundo entrando por la que yo creía en aquel entonces “puerta grande” y tenía esa sensación, de meterme en algo que jamás olvidaría. Los nervios se acumulaban en el estómago y pensaba que me iba a ir por la pata abajo. La lección empezaba y yo estaba allí.

Llegué antes de tiempo después de no dar pasado ni un café con leche para abajo y como suele ser habitual en mí, me iba comiendo el tarro demasiado, mientras me esperaba mi jefe sonriente abriendo aquella oficina acristalada de suelo a techo, en una de las arterias de la urbe y en donde tenía la sensación de ser como un hámster expuesto a la vista de todos.

Entraron antes que yo dos chavales que en traje aparentaban lo que luego no serían. Uno de ellos con un traje de rayas y muy moreno cuando le “choqué las cinco” me dijo:

- “Soy el de más experiencia de la oficina” y me dio la espalda haciendo como que estaba muy atareado.

El otro muy amable, alto, con aire bohemio, muy apurado y todavía con espuma de afeitar en una oreja y la corbata verde en la mano, se presentó en gallego y me preguntó de donde era, intercambiamos un par de tonterías y me dijo del otro compañero mientras todos escuchaban:

- “A ese no le hagas mucho caso, va de sobrado”…me dijo
- “Calla pierdeaceite”…le espetó.
- “Venga a zona que llevas 2 días sin traer una noticia”, le dijo medio cabreado el jefe al sobrado.

Me quedé pensativo y pregunté al jefe:

- “¿Qué es eso de la zona y las noticias? ¿desde cuando un agente inmobiliario trae noticias?”

Todos se rieron en plan “pronto lo sabrás” y mientras esperaba me fijé en la pequeña oficina, todo era de verde claro, de verde Tecnocasa, había tres mesas pero éramos cuatro en la oficina, no había ordenadores, varios cuadros de “MEJOR ASESOR TECNOCASA” colgaban de la pared como recordando que allí no había sitio para los débiles (algo que vería más adelante) y allí estaba otra vez, presidiendo la oficina, esa gran pizarra blanca con símbolos y cifras que no acertaba a unir y en eso llegó el dueño y señor de la inmobiliaria, un chico argentino 5 años mayor que yo, muy moreno que había triunfado en Madrid y la “familia” le había destinado aquí para expandir los tentáculos empresariales de Tecnocasa. Había dejado su puesto de funcionario en su patria para probar suerte en España...y de aquella le iba muy bien.

- “Hola, si queréis nos vamos a conocer las otras oficinas de la ciudad y a tus nuevos compañeros” ...nos dijo a mi jefe y a mi.
- “Por supuesto” dijo mi jefe.

Yo me mantuve al margen, expectante. Montamos en su lujoso coche y nos aventuramos por las oficinas donde me presentaban a todos y cada uno de los que componían el equipo. Recuerdo que una de las cosas que más me impresionaron, era ver como nada más entrábamos en las oficinas todos se levantaban como si tuviesen un resorte en el culo y venían a saludar más allá de la amabilidad, parecía como si estuviesen saludando al padrino…y es que la empresa es italiana.

Me presentaron a todos como si fuera el nuevo miembro de la famiiiilia (leer esto con tono de Marlon Brando en El Padrino) y se quedaban mirando como diciendo..."otro más, a ver cuanto dura"..de esto último me doy cuenta hoy.

Casi todos los compañeros intentaban imitar el mismo estilo del superior, traje de rayas más finas o más gruesas, cinturón grueso de cuero con hebilla reluciente a kilómetros y a juego con zapatos de punta exagerada y la obligada corbata verde junto con el pin de la categoría de la persona que tenías delante…pin con las letras Tecnocasa para los soldados rasos, pin plateado con el logo de la familia para los jefes y el dorado para el gran jefe de zona…y más adelante descubriría otros.

Continuamos de visita a todas las oficinas, que eran solo cuatro en aquel entonces, y luego me dieron las primeras instrucciones, ya en mi oficina, de lo que significaban la zona, la pizarra y las noticias.

Empezaba el aprendizaje.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me has dejado a medias con la historia, espero nuevos capítulos de esta saga que tanto promete
Anónimo ha dicho que…
mas capitulos de esta epica aventura.
Dashiell ha dicho que…
Digo lo mismo, más capitulos.

Un saludo.

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